La lujuria (del latínluxus, "abundancia", "exuberancia"), en el marco de la moral sexual, es el deseo sexual desordenado e incontrolado. Existe un sentido no sexual de la lujuria, que se refiere a un deseo apasionado de algo. La lascivia, asimilable a lujuria, es el apetito o deseo excesivo de placeres sexuales
Concepto psicológico y social
La lujuria, en contraposición con las conductas sexuales consideradas normales o aceptadas socialmente, es la exacerbación, desorden o falta de control de los deseos sexuales que se manifiesta en lo que podría calificarse como conducta sexual patológica. Cabe distinguir la lujuria de la hipersexualidad, la cual es el aumento repentino o la frecuencia extrema en la libido o en la actividad sexual. Aunque la hipersexualidad puede presentarse debido a algunos problemas médicos, al consumo de algunos medicamentos y a la ingesta de drogas, en la mayoría de los casos la causa es desconocida. Trastornos de la salud tales como el trastorno bipolar pueden dar lugar a la hipersexualidad, y el consumo de alcohol y de algunas sustancias adictivas puede afectar el comportamiento sexual en algunas personas. Se han usado varios modelos teóricos para explicar o para tratar la hipersexualidad. El más común, en particular en los medios de comunicación, es el enfoque que presenta a la hipersexualidad como una adicción, pero los sexólogos no han llegado a un consenso. Hay explicaciones alternativas como, por ejemplo, la de un comportamiento obsesivo y la de un comportamiento compulsivo.
La consideración legal, ética y moral de los comportamientos considerados lujuriosos tiene características personales y sociales. Así, hay que distinguir el comportamiento sexual humano que puede considerarse delito, según la legislación de distintos países (la violación, la pedofilia, el incesto, el adulterio, la prostitución o la pornografía infantil), de aquellos comportamientos sexuales individuales o colectivos que pueden practicarse legalmente y pueden ser considerados inadecuados o lujuriosos por otros individuos.
En general, los comportamientos lujuriosos tienen la exacerbación y el descontrol sexual como característica fundamental que puede manifestarse en cualquier comportamiento sexual. Esto tiene su explicación en el hecho de que casi todo comportamiento que involucre estimulación sexual, dependiendo de su intensidad, genera un goce cuya magnitud difícilmente puede compararse con el goce generado por otras actividades, por lo que, bajo el supuesto de que se comprenda el funcionamiento del mecanismo que origina dicho goce, surge naturalmente (lo cual a su vez depende del grado de egoísmo del sujeto que experimenta el goce) el deseo de experimentar un goce igual, o a ser posible superior, mediante la repetición, constante o no, de dicho estímulo, siendo en consecuencia la codicia por dicho goce lo que impulsa o puede impulsar a abandonar la responsabilidad de controlarse en el ejercicio de la actividad sexual, en pos de prolongar el goce experimentado.
Lujuria y revolución sexual
La revolución sexual desarrollada durante la segunda mitad del siglo XX en numerosos países del mundo occidental desafió los códigos tradicionales relacionados con la concepción de la moral sexual, el comportamiento sexual humano y las relaciones sexuales. Los comportamientos sexuales anteriormente considerados condenables no solamente por las religiones sino también socialmente, comenzaron a considerarse aceptados siempre y cuando se produzcan con el consentimiento de los participantes y que se cumpla la edad de consentimiento sexual. Desde este punto de vista, la lujuria deja de ser considerada un desorden sexual si no incumple ninguna de los límites anteriormente indicados.
La revolución sexual supuso la igualdad entre los sexos y la generalización en el uso de métodos anticonceptivos, que supuso una separación clara de reproducción y sexualidad. Muchos de los cambios revolucionarios en las normas sexuales de este período se han convertido, con el paso de los años, en normas aceptadas, legítimas y legales en el comportamiento sexual. La liberación sexual supuso la reivindicación y recuperación plena del cuerpo humano y su desnudez, de la sexualidad como parte integral de la condición humana individual y social, y cuestionó el papel tradicional otorgado a la mujer y, por tanto, también al del hombre y al matrimonio. La revolución sexual ha propiciado la generalización de todo tipo de relaciones sexuales y la aceptación general de las relaciones sexuales prematrimoniales, el reconocimiento y normalización de la homosexualidad y otras formas de sexualidad. Asimismo, se ha producido un aumento de las parejas de hecho –uniones sin matrimonio–, el retraso en la edad de contraer matrimonio, el reconocimiento igualitario de hijos fuera del matrimonio, de las uniones civiles y del matrimonio entre personas del mismo sexo, así como la aparición de nuevos tipos de familias (familias monoparentales y familias homoparentales).
Concepto religioso
Conceptos paganos
Un Íncubo es un demonio, en la creencia y mitología popular europea de la Edad Media que se supone se posa encima de la víctima femenina durmiente, para tener relaciones sexuales con quien duerme, de acuerdo con una amplia cantidad de tradiciones mitológicas y legendarias. Su contraparte femenina se llama súcubo. Un íncubo puede buscar tener relaciones sexuales con una mujer para convertirse en el padre de un niño, como en la leyenda de Merlín. Algunas fuentes indican que puede ser identificado por su antinatural frío pene. La tradición religiosa sostiene que tener relaciones sexuales con un íncubo o súcubo puede provocar un deterioro en la salud, o incluso hasta la muerte. Las víctimas viven la experiencia como un sueño sin poder despertar de este.
En general, la moral sexual religiosa es muy restrictiva en el comportamiento sexual humano considerado aceptable. Así califica muchas prácticas y comportamientos sexuales como desordenados y lujuriosos. Sin embargo, muchas religiones tenían y tienen deidades de la lujuria -a veces del amor y la belleza-, sin que fueran moralmente reprobables.
Los siguientes son diosas y dioses del sexo, el amor y la lujuria de distintas culturas, mitologías y religiones
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